No puedo dormir. Llevo casi una hora
en la cama y no paro de dar vueltas. Será septiembre, que con cada dia me ha
dejado una mala noticia, un problema, una decepción, o será que tengo los pies
frios. Me levanto con el resplandor de la mesilla de noche y 40 minutos después
regreso del balcón, descalza, en camiseta y pantalón corto, despeinada por la
brisa y no solo con los pies helados.
Hay cosas que
siguen igual, gente que sin quererlo te saca una sonrisa cuando más lo
necesitas. Una sonrisa cálida que me ayuda a conciliar el sueño...
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